(3 de 3) La procesión que no fue (El Santo Entierro en Villanueva de los Infantes)
La noche del Viernes Santo llegó y llegó el tiempo para llorar. Lloró el cielo y lloró la tierra. El rugido de los tambores, los trinos de las trompetas, crecieron con las lágrimas y ahogaron la respiración. Entre cipreses negros, en la misma plaza, como unas tropas derrotadas, que esperan su final, de pie y en formación.
Era viernes. En la misma plaza, apagadas las velas, cubrieron a Soledad y esperaron en el umbral del adiós. Y entre lágrimas, paraguas, música y aplausos todo se acababa.
Era viernes. Aún viernes en aquel Viernes Santo.
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