18 ago 2011

Cabeza castellana de la Orden de Santiago

A veinte kilómetros de Barajas se encuentra el monasterio de Uclés, el bien apodado "Escorial de La Mancha", aunque sus tierras cabalgan entre esta región y la Alcarria Conquense. Desde Barajas, lo precede una carretera sinuosa con un paisaje ondulado y cubierto de girasoles, o mirasoles, como por aquí los llaman. Para estas tierras, Uclés simboliza una herida tan caliente como haber sido cárcel y lugar de ejecuciones durante la represión franquista, y con este estigma se refieren a él la gente alcarreña. Visión muy distinta a la que de él se tiene en las tierras más sureñas, que se observa como capital y orgullo de la Orden de Santiago, insignia que quiere contraponerse a lo que es, para los calatravos, el castillo-convento de Calatrava la Nueva. Al volver a Barajas, ya de noche, nos perdimos en la ciudad de Huelves.Tras callejear un poco, encontramos la salida.

15 ago 2011

Ramses

Por el callejón de San Miguel de Barajas pulula este mamoncete travieso. Se llama Ramses y su madre se llama Cleopatra. Al caer la tarde suele despanzurrarse sobre el asfalto caliente, jugar al fútbol con el hueso de una ciruela, hacer teatrillo con sus hermanos y hacerle pifias a Pepe, un chucho tontorrón que tiene el pelo sucio y áspero de arrastrar su panza por los rastrojos. Ramses es el listillo de la familia. Quién sabe cuál será su próxima fechoría.


6 ago 2011

Son las torres de Xoray...

...Hoy la esconden guijarros,
y ayer coronaron nublos.
Si dieron temor armadas,
precipitadas dan susto.
Sobre ellas, opaco, un monte
pálido amanece y turbio
al día, porque las sombras
vistan su tumba de luto...

...Sobre un alcázar en pena,
un balüarte desnudo
mortaja pide a las yerbas,
al cerro pide sepulcro...

...Las dentelladas del año,
grande comedor de mundos,
almorzaron sus almenas
y cenaron sus trabucos...

(Quevedo, cerca de 1625)


4 ago 2011

El Castillón


Gibada, como la piel momificada de un camello en mitad del desierto, la montaña calla. Calla porque no tiene manos, ni boca. No es más que un túmulo de ofrendas votivas. Por eso la tierra exhala perfume y ocre, porque desea viajar al otro lado de la charca. Atravesar la maleza con los pies desnudos, buscando un cielo turquesa y más atardeceres. Porque, desde este lado, las estrellas del verano se mantienen tan brillantes y titilantes como en aquellos tiempos.