12 abr 2012

(1 de 3) Jueves Santo en Infantes

Ha pasado una semana de Jueves Santo y esto me genera vértigo. Aquellos días la fuerza y destreza humanas, capaces de mover montañas, se hicieron aún más gigantes. Fue así, porque vi por un agujero temblar barbillas de hombres y cristalizarse el rocío en ojos de mujeres. Porque vi, entre la multitud, el asombro de los niños, el aliento de los penitentes, el coraje de los portadores y la convicción de los músicos. 
Los infanteños hicieron penitencia de paciencia hasta el último momento, esperando el principio. Con las últimas luces de la tarde las puertas de la Trinidad se abrieron. Dentro, todo estaba amontonado y, ahora, impaciente. Como un montón de ideas antes de un relato.  Después tomo sentido y Villanueva de los Infantes hizo una espléndida interpretación de sí misma.

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