No podíamos irnos sin adentrarnos en la Galicia profunda, la de las meigas, los pazos, los horreos y los cruceiros. Allariz se nos cruzaba en el camino y allí vimos caer la noche, bajo las aguas del Arnoia. Caminando, sin darnos cuenta nos metimos en las puertas del cementerio. Allí me detuve, por si la Santa Compaña tenía a bien que llevase la cruz procesional. No se me presentó, bien, gracias. Dormimos en una pequeña aldea escondida en el bosque: Outerio de Orraca. Al día siguiente, antes de partir, un agradable paseo por los senderos entre la bruma matinal.
11 ago 2010
Periplo a Santiago. Quinta noche: Allariz
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